Qué sería la navidad sin escuchar, en cualquier sitio al que vayas o cualquier hora estas “cancioncillas” que se han hecho tan populares.

Los villancicos tienen su origen (cuentan diversas fuentes) en el Renacimiento entre los siglos XV y XVIII y no fue hasta principios del siglo XIX cuando esta denominación quedaba “oficialmente” ligada a canciones que aluden a la Navidad, contando las aventuras de niños tamborileros, quien entraba en el portal de Belén o como de blanca es la Navidad al ritmo de una pandereta, de una armoniosa botella de anís o de una elaborada zambomba.

En España casi todos conocemos la letra, o bien en su totalidad, o si no buena parte de ella, de los villancicos más cantados, Los peces en el Río, Noche de Paz, La Marimorena, Campana sobre campana, Pastores venid, Ay que chiquirritín o Arre borriquito.

Los niños por estas fechas salían a la calle a pedir el aguinaldo canturreando estos villancicos, con mayor o menor arte, en una tradición que actualmente estamos perdiendo en España, aunque existen poblaciones, muchas de ellas en Extremadura, donde se sigue cantando aquello de “dame el aguinaldo carita de rosa, que no tienes la cara de ser tan roñosa” para sacar algún tipo de regalo ya sea en forma de chuchería o de dulce típico del lugar e incluso monetario.

Por eso en estas fechas y si tienes la ocasión de hacerlo, siempre es un buen momento de quedar en el parque con la familia o con unos buenos amigos, sentarse en un banco, a la luz de una farola y a la vera de un bonito Árbol de Navidad plantado en un precioso macetero y cantarle al mundo como vas camino de Belén montado en tu burrito sabanero.